sábado, 21 de mayo de 2011

AXIOMAS HERMÉTICOS


CAPÍTULO XV

AXIOMAS HERMÉTICOS


«La posesión del conocimiento, si no va acompañada por una manifestación y expresión en la práctica y
en la obra, es lo mismo que el enterrar metales preciosos: una cosa vana e inútil. El conocimiento, lo mismo
que la fortuna, deben emplearse. La ley del uso es universal, y el que la viola sufre por haberse puesto en
conflicto con las fuerzas naturales.»

El Kybalion.

Las enseñanzas herméticas han sido cuidadosamente mantenidas en secreto, en el corazón de sus
afortunados poseedores, por las razones ya expuestas, pero nunca se pensó en mantenerlas siempre así.
La ley del uso está encerrada en dichas enseñanzas, como puede verse en el párrafo anterior. Si no se
emplea y expresa, el conocimiento es una cosa vana que no puede aportar el menor beneficio a su
poseedor ni a su raza. Guardémonos de toda avaricia mental, y expresemos en la acción lo que
hayamos aprendido. Estúdiense los axiomas y aforismos, pero practíquenselos también.
Damos a continuación algunos de los más importantes axiomas herméticos, tomados de El
Kybalion, con algunos comentarios agregados. Que cada uno los haga suyos y los practique y emplee,
porque nunca serán realmente una posesión propia hasta que se los haya llevado a la práctica.
«Para cambiar vuestra característica o estado mental, cambiad vuestra vibración.»
Uno puede cambiar sus vibraciones mentales, mediante un esfuerzo de la voluntad, fijando la
atención deliberadamente sobre el estado deseado. La voluntad es la que dirige a la atención, y ésta es
la que cambia la vibración. Cultívese el arte de estar atento, por medio de la voluntad y se habrá
resuelto el problema de dominar las propias modalidades y estados de la mente.
«Para destruir un grado de vibración no deseable, póngase en operación el principio de polaridad y
concéntrese a la atención en le polo opuesto al que se desea suprimir. Lo no deseable se mata cambiando su
polaridad.»
Ésta es una de las más importantes fórmulas herméticas y está basada sobre verdaderos principios
científicos. Ya se indicó que un estado mental y su opuesto eran sencillamente dos polos de una misma
cosa, y que mediante la transmutación mental esa polaridad podía ser invertida. Los modernos
psicólogos conocen ese principio y lo aplican para disolver los hábitos no deseables, aconsejando a sus
discípulos la concentración sobre la opuesta cualidad. Si uno tiene miedo, es inútil que pierda su tiempo
tratando de matar el miedo, sino que debe cultivar el valor, y entonces el miedo desaparecerá. Algunos
autores han expresado esta idea, ilustrándola con el ejemplo de una habitación oscura. No hay que
perder el tiempo tratando de arrojar afuera a la oscuridad, sino que es muchísimo mejor abrir las
ventanas y dejar entrar la luz, y la oscuridad desaparecerá por sí sola. Para matar una cualidad negativa
es necesario concentrarse sobre el polo positivo de esa misma cualidad, y las vibraciones cambiarán
gradualmente de negativas en positivas, hasta que finalmente se polarizará en el polo positivo, en vez
de estarlo en el negativo. La inversa es también verdad, porque muchos han encontrado el dolor por
haberse permitido vibrar demasiado constantemente en el polo negativo de las cosas. Cambiando la
polaridad pueden dominarse las modalidades y estados mentales, rehaciendo toda la disposición propia
y construyendo así el carácter. Mucha parte del dominio que los herméticos avanzados poseen sobre su
mentalidad es debida a la inteligente aplicación de la polaridad, que es uno de los más importantes
aspectos de la transmutación mental. Recuérdese el axioma hermético, citado anteriormente, que dice:

«La mente, así como los metales y los elementos, puede transmutarse de grado en grado, de condición en
condición, de polo a polo, de vibración en vibración.»

Dominar la polaridad significa dominar los principios de la transmutación o alquimia mental;
porque, salvo que se adquiera el arte de cambiar la propia polaridad, no se podrá afectar el ambiente
que nos rodea. Si comprendemos ese principio podemos cambiar nuestra propia polaridad, así como la
de los demás, siempre que dediquemos a ello el tiempo, el cuidado, el estudio y la práctica necesarios
para dominar ese arte. El principio es verdad, pero los resultados que se obtienen dependen de la
persistente paciencia y práctica del estudiante.

«El ritmo puede neutralizarse mediante el arte de la polarización.»

Como ya explicamos en los capítulos anteriores, los herméticos sostienen que el principio del
Ritmo se manifiesta en el Plano Mental, así como en el Plano Físico, y que la encadenada sucesión de
modalidades, sentimientos, emociones y otros estados mentales, son debida al movimiento oscilante del
péndulo mental, que nos arrastra de un extremo a otro. Los herméticos enseñan además que la ley de la
neutralización nos capacita, en gran extensión, a sobreponernos a la operación del Ritmo en la
conciencia. Como ya hemos explicado, existe un plano de conciencia superior, así como uno inferior, y
el maestro, elevándose mentalmente al plano superior, hace que la oscilación del péndulo mental se
manifieste en el plano inferior, mientras él permanece en el otro, librando así su conciencia de la
oscilación contraria.
Ésta se efectúa polarizándose en el Yo Superior, elevando así las vibraciones mentales del Ego
sobre el plano de conciencia ordinario. Es lo mismo que levantarse por encima de una cosa y permitir
que ésta pase por debajo. El hermético avanzado se polariza en el polo positivo de su ser, el YO SOY,
más bien que en el polo de su personalidad, y, rehusando y negando la operación del Ritmo, se eleva
sobre su plano de conciencia, permaneciendo firme en su afirmación de ser, y la oscilación pasa en el
plano inferior, sin cambiar para nada su propia polaridad. Esto lo realizan todos los individuos que han
alcanzado cualquier grado de dominio propio, comprendan o no la ley. Esas personas rehúsan
sencillamente el dejarse arrastrar por la oscilación, y afirmando resueltamente su superioridad
permanecen polarizados positivamente. El maestro por supuesto, alcanza un mayor grado de
perfeccionamiento porque comprende perfectamente la ley que está dominando con la ayuda de una ley
Superior, y mediante su voluntad adquiere un grado de equilibrio y firmeza casi imposible de concebir
por los que se dejan llevar de un lado a otro por las oscilaciones de la emotividad.
Recuérdese siempre, sin embargo, que el principio del Ritmo no puede ser destruido, porque es
indestructible. Sólo es posible sobreponerse a una ley equilibrándola con otra, manteniéndose así el
equilibrio. Las leyes del equilibrio operan tanto en el plano mental como en el físico, y la comprensión
de esas leyes le permiten a uno sobreponerse a ellas, contrabalanceándolas.

«Nada escapa al principio de causa y efecto, pero hay muchos planos de Causalidad y uno puede emplear
las leyes del plano superior para dominar a las del inferior.»

Comprendiendo la práctica de la polarización, el hermético se eleva al plano superior de
causalidad, equilibrando así las leyes de los planos inferiores. Elevándose sobre el plano de las causas
ordinarias se convierte uno, hasta cierto punto, en una causa, en vez de ser un simple efecto.

Pudiendo
dominar los sentimientos y modalidades propias, y neutralizando el ritmo, se puede rehuir gran parte de
las operaciones de la ley de causa y efecto en el plano ordinario. Las masas se dejan arrastrar,
obedeciendo al ambiente que las rodea, a las voluntades y deseos de algunos hombres más fuertes que
ellas, a los efectos de las tendencias heredades o a las sugestiones u otras causas exteriores, no siendo
más que simples fichas en el tablero de ajedrez de la vida. Elevándose sobre esas causas, los herméticos
avanzados buscan un plano de acción mental superior, y dominando sus propias cualidades, se crean un
nuevo carácter, cualidades y poderes, mediante los cuales se sobreponen a su ambiente ordinario,
haciéndose así directores en vez de dirigidos. Esos individuos ayudan a la realización del juego de la
vida conscientemente, en vez de dejarse mover por influencias, poderes o voluntades externas.
Emplean el principio de causa y efecto en vez de dejarse dominar por él. Por supuesto, aun los seres
más elevados están sujetos a este principio según se manifiesta en los planos superiores, pero en los
inferiores son señores y no esclavos. Según dice El Kybalion:

«El sabio sirve en lo superior, pero rige en lo inferior. Obedece a las leyes que están por encima de él,
pero en su propio plano y en las que están por debajo de él, rige y ordena. Sin embargo, al hacerlo, forma
parte del principio en vez de oponerse al mismo. El sabio se sumerge en la Ley, y comprendiendo sus
movimientos, opera en ella en vez de ser su ciego esclavo. Semejantemente al buen nadador, va de aquí para
allá, según su propia voluntad, en vez de dejarse arrastrar como el madero que flota en la corriente. Sin
embargo el nadador, el sabio y el ignorante, están todos sujetos a la ley. Aquél que esto comprenda va en el
buen camino que conduce a la Maestría.»

Para concluir, recordamos nuevamente el axioma hermético que dice que: «La verdadera
transmutación hermética es un arte mental».
En dicho axioma el hermético indica que el ambiente externo se influencia mediante el poder de la
mente. El Universo, que es totalmente mental, puede ser solamente dominado mediante la mentalidad.
En esta verdad se encontrará la explicación de todos los fenómenos y manifestaciones de los diversos
poderes mentales que tanto están atrayendo la atención actualmente, en pleno siglo XX. Tras toda la
enseñanza dada por las diversas escuelas o religiones, yace siempre constantemente el principio de la
substancialidad mental del Universo. Si éste es mental, en su naturaleza intrínseca, fácilmente se
deduce que la transmutación mental debe modificar y transformar las condiciones y los fenómenos del
Universo, y que la mente debe ser el mayor poder que pueda afectar sus fenómenos. Si se comprende
esta verdad, todos los llamados milagros y maravillas dejarán de tener punto alguno oscuro, porque la
explicación es por demás clara y sencilla.

«El TODO es MENTE; el Universo es mental.»

El esoterismo es rico en palabras claves, símbolos y «esencias» conceptuales. Su transmisión, a
través de las edades, implicó un esforzado aprendizaje, una memorización de significados, «acentos» y
una persistente custodia de sus valores originales para que nada de lo preservado perdiera su color, su
sabor, su propósito y su intensidad. Al amparo de tales premisas fue creciendo paulatinamente el árbol
de la ciencia hermética que reconoce como sus raíces a El Kybalion. Y este último resumen de un
conocimiento intemporal, encontró en Hermes Trismegisto a su más consumado mentor y mensajero.

En estas páginas redactadas con hondura y exactitud por tres iniciados, es posible pasar revista a
tópicos realmente sapienciales sobre la filosofía oculta. Sus principios rectores (en los que el
mentalismo, la correspondencia, la vibración, la polaridad, causa y efecto, y la generación juegan
papeles preponderantes); la transmutación mental, la totalidad, el universo mental, la paradoja divina y
los axiomas herméticos son tan sólo algunos de los temas tan bien expuestos aquí. El Kybalion es, pues,
una exposición sincera y rotunda de los esquemas básicos del esoterismo, y como muy bien lo señalan
los tres iniciados, no se proponen erigir un nuevo templo de la sabiduría, sino poner manos del
investigador la llave que abrirá las numerosas puertas internas que conducen hacia el Templo del
Misterio. Y, en rigor de la verdad, las muchas reediciones de esta obra, su constante renovación, a
través de los distintos círculos herméticos del mundo en sus reflexiones, pláticas, conferencias y clases,
son ratificación elocuentísima de las bondades de una doctrina que ilumina a la humanidad desde hace
siglos.

* * *

El Kybalión

*

No hay comentarios:

Publicar un comentario