CAPÍTULO IX
VIBRACIÓN
«Nada reposa; todo se mueve; todo vibra.»
El Kybalion.
El tercer Gran Principio Hermético —el Principio de la Vibración— encierra la verdad de que el
movimiento se manifiesta en todo el Universo. Nada está en reposo, todo se mueve vibra y circula. Este
principio hermético fue reconocido por algunos de los primitivos filósofos griegos, quienes lo
expusieron en sus sistemas. Pero después, durante siglos enteros, quedó olvidado, salvo por los
perseguidores de las doctrinas herméticas. En el siglo XIX la ciencia física ha redescubierto esa verdad,
y los descubrimientos científicos del siglo XX han aportado su testimonio en corroboración de esa
verdad sostenida por la antiquísima Filosofía Hermética.
La doctrina hermética no afirma solamente que todo está en movimiento constante, sino que las
diferencias entre las diversas manifestaciones del poder universal se deben por completo al diferente
modo e intensidad vibratoria. Y no sólo esto, sino que aun el TODO mismo manifiesta una vibración
constante de tal infinita intensidad y rapidez, que prácticamente puede considerarse como si estuviera
en reposo. Los instructores llaman la atención del estudiante sobre el hecho de que aun en el plano
físico un objeto que gire rápidamente, como una rueda, por ejemplo, parece estar inmóvil. El espíritu es
uno de los polos de la vibración, constituyendo el otro polo formas de materia extremadamente densas.
Entre ambos polos hay millones y millones de diferentes intensidades y modos de vibración.
La ciencia moderna ha comprobado que todo lo que llamamos materia y energía no es más que
«modos de movimientos vibratorios», y algunos de los más avanzados hombres de ciencia se están
encaminando rápidamente hacia el punto de vista que los ocultistas tienen sobre los fenómenos de la
mente: simples modos de vibración o movimiento. Veamos ahora lo que la ciencia tiene que decir
sobre las vibraciones en la materia y en la energía.
En primer lugar, la ciencia dice que toda materia manifiesta, en algún grado, la vibración producida
por la temperatura o el calor. Esté un objeto frío o caliente (pues ambos no son más que grados de la
misma cosa), manifiesta ciertas vibraciones calóricas, y en ese sentido está en vibración. Todas las
partículas de materia están siguiendo un movimiento circular, lo mismo los corpúsculos que los astros.
Los planetas giran en torno de un sol, y muchos de ellos giran también sobre sus propios ejes. Los
soles, a su vez, giran en torno de puntos centrales mayores, y se cree que éstos giran también alrededor
de otros todavía más grandes, y así sucesivamente, ad infinitum. Las moléculas de que se compone
cualquier clase de materia están en constante vibración, moviéndose unas en torno de otras, y también
unas contra otras. Las moléculas están compuestas por átomos, los que, como aquellas, también están
en constante movimiento y vibración. Los átomos están compuestos por corpúsculos, llamados también
«electrones», «iones», etc., los que también están en un estado de rapidísima moción, girando unos en
torno de otros, con diversas modalidades vibratorias. Y de esta manera toda materia manifiesta
vibración, de acuerdo con el principio hermético correspondiente.
Y así sucede también con las diversas formas de energía. La ciencia dice que la luz, el calor, el
magnetismo y la electricidad no son más que formas de movimiento vibratorio relacionado de alguna
manera con el éter, o probablemente emanado de él. La ciencia no ha tratado aún de explicar la
naturaleza del fenómeno conocido como cohesión, que es el principio de la atracción molecular, ni de
la afinidad química, que es el principio de la atracción atómica; ni de la gravitación (el mayor misterio
de los tres), que es el principio de atracción por el cual toda partícula o masa de materia se siente
atraída hacia toda otra partícula o masa. Estas tres modalidades de la energía no las comprende aún la
ciencia, si bien los estudiosos se inclinan a pensar que son también manifestaciones de alguna forma de
energía vibratoria, cosa que los herméticos han enseñado durante largas edades en el pasado.
El éter universal, cuya existencia postula la ciencia sin comprender claramente su naturaleza, ya
había sido explicado por los herméticos, quienes aseguraban que era una manifestación superior de lo
que erróneamente se llamaba materia; es decir, que el éter era materia en un grado de vibración
superior. El nombre que le daban era el de Sustancia Etérea, y decían que esta sustancia era de tenuidad
y elasticidad extremas, llenando el espacio universal, sirviendo como médium de transmisión para las
ondas de energía vibratoria como el calor, la luz, la electricidad, el magnetismo, etc. La sustancia etérea
es el eslabón de unión entre la modalidad de energía vibratoria que conocemos como materia por un
lado y la que conocemos como energía o fuerza, por el otro, manifestando además un grado de
vibración, en intensidad y modo, completamente propio.
Los hombres de ciencia proponen como ilustración para ver los efectos del aumento de vibración
una rueda girando con gran rapidez. Supongamos primeramente que la rueda gira lentamente.
Entonces
diríamos que es un «objeto». Si el objeto gira lentamente lo podremos ver fácilmente, pero no sentimos
el menor sonido. Aumentándose gradualmente la velocidad en pocos momentos se hace ésta tan rápida
que comienza a oírse una nota muy baja y grave. Conforme sigue aumentando la velocidad la nota se
va elevando en la escala musical, y así se van distinguiendo unas tras otras las diversas notas conforme
aumenta la velocidad de rotación. Finalmente, cuando el movimiento ha llegado a cierto límite se llega
a la última nota perceptible por el oído humano, y si la velocidad aumenta aún, sigue el mayor silencio.
Nada se oye ya, pues la intensidad del movimiento es tan alta que el oído humano no puede
registrar sus vibraciones. Entonces comienzan a percibirse poco a poco sucesivos grados de color.
Después de un tiempo el ojo comienza a percibir un oscuro color rojo. Este rojo va haciéndose cada vez
más brillante. Si la velocidad sigue aumentando el rojo se convertirá en anaranjado, el anaranjado en
amarillo. Después seguirán sucesivamente matices verdes, azules y añil, y finalmente aparecerá el
matiz violeta. La velocidad se acrecienta más aún: entonces desaparece todo color, porque el ojo
humano ya no puede registrarlos. Pero ciertas radiaciones humanas emanan del objeto en revolución:
los rayos que se usan en la fotografía y otras radiaciones sutiles de la luz.
Después comienzan a manifestarse los rayos conocidos bajo el nombre de X, y más tarde empiezan
a emanarse electricidad y magnetismo.
Cuando el objeto ha alcanzado cierto grado de vibración, sus moléculas se desintegran,
resolviéndose en sus elementos originales o átomos. Después de los átomos, según el principio de
vibración, se separarían en innumerables corpúsculos o electrones, de los que están compuestos.
Y,
finalmente, hasta los corpúsculos desaparecerían y podría decirse que el objeto estaría compuesto por
sustancia etérea. La ciencia no se atreve a llevar la ilustración más allá, pero los herméticos dicen que si
las vibraciones continuaran aumentando el objeto pasaría sucesivamente por estados de manifestación
superiores, llegando al plano mental y después al espiritual, hasta ser por último absorbido en el TODO
QUE ES EL Espíritu Absoluto. El «objeto», sin embargo, habría dejado de ser tal mucho antes de
llegar a la sustancia etérea, pero de todas maneras la ilustración es correcta en cuanto demuestra los
efectos del aumento continuo de la intensidad vibratoria. Debe recordarse que en la ilustración anterior,
con el llegar a los estados en que el objeto irradia color, luz, etc., no se ha resuelto aún la cuestión en
esas formas de energía (que están en un grado mucho más elevado), sino que simplemente llega a un
grado de vibración en el que esas energías se libertan hasta cierto punto de las limitadoras influencias
de las moléculas, átomos y corpúsculos. Esas energías, si bien son muy superiores en la escala a la
materia, están aprisionadas y confinadas en las combinaciones materiales, en razón de las fuerzas que
se manifiestan a través de ellas, y empleando formas materiales, y de esta manera se confinan en sus
creaciones corpóreas, lo que, hasta cierto punto, es cierto en toda creación, quedando la fuerza creadora
envuelta en su propia creación.
Pero la doctrina hermética va mucho más allá que la ciencia moderna, y afirma que toda
manifestación de pensamiento, emoción, razón, voluntad, deseo o cualquier otro estado mental, va
acompañada por vibraciones, parte de las cuales se emanan al exterior y tienden a afectar las mentes de
los demás por «inducción». Esta es la causa de la telepatía, de la influencia mental y de otros efectos
del poder de una mente sobre otra, la que ya va siendo de dominio público, debido a la gran cantidad de
obras de ocultismo que están publicando discípulos e instructores sobre estas materias.
Cada pensamiento, emoción o estado mental tiene en su correspondiente intensidad y modalidad
vibratoria. Y, otras, esos estados mentales pueden ser reproducidos, así como una nota musical puede
ser reproducida haciendo vibrar las cuerdas de un instrumento con la velocidad requerida, o como se
puede reproducir un color cualquiera. Conociendo el Principio de Vibración, aplicado a los fenómenos
mentales, uno puede polarizar su mente en el grado que quiera, obteniendo así un perfecto dominio y
contralor sobre sus estados mentales. De la misma manera, podrá afectar las mentes de los demás,
produciendo en ellos los requeridos estados mentales. En una palabra, podrá producir en el Plano
Mental lo que la ciencia produce en el físico, o sea las vibraciones a voluntad. Este poder, por supuesto,
puede adquirirse únicamente mediante las instrucciones, ejercicios y prácticas apropiadas, siendo la
ciencia que las enseña, la de la «transmutación mental», una de la rama de la Filosofía Hermética.
Un poco de reflexión sobre lo que hemos dicho mostrará que el Principio de Vibración está oculto
tras todos los maravillosos fenómenos de los poderes manifestados por los Maestros y Adeptos,
quienes pueden aparentemente eludir las leyes de la Naturaleza, pero que, realmente, no hacen más que
emplear una ley contra otra, un principio contra otros, y que llevan a cabo sus resultados modificando
las vibraciones de las cosas materiales o de las energías, realizando así lo que comúnmente llamamos
milagros.
Como dijo una de las más antiguas autoridades herméticas: «Aquel que ha comprendido el
Principio de Vibración, ha alcanzado el cetro del Poder».
* * *
El Kybalión
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